Inicio » Neuromitos en Educación

Neuromitos en Educación

El aprendizaje desde la Neurociencia

De los neuro- mitos hay dos que pueden competir por el primer lugar:

  1. Que cada hemisferio cerebral gobierna una serie de funciones
  2. Que sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro.

PLASTIVIDAD CEREBRAL

Es muy posible que nosotros mismos lo hayamos dicho en alguna ocasión y seguro que lo hemos escuchado o leído.

¿Pero nos hemos ocupado de contrastarlo? ¿Lo hemos cuestionado?

Cuál es el posible origen de tal aseveración y qué base científica podría tener, es decir,

¿qué hay de verdad en ello?

Vamos a seguir las huellas que parecen haberlos originado:

William James (alma mater de Harvard), allá por 1908 defendía que sólo utilizamos una pequeña parte de nuestros recursos mentales y físicos, que podría haberse basado en los trabajos realizados por Franz Joseph Gall (1758-1828), el que es considerado el Padre de la Frenología.

Gall fue el primero en estudiar la relación entre las diferentes regiones del cráneo y las funciones mentales; defendía la existencia de una correlación entre las estructuras craneoencefálicas y las áreas del cerebro para así asociar estas regiones anatómicas con diferentes funciones mentales. Asimismo establecía una relación entre los fenotipos del cráneo y el carácter, e incluso las tendencias criminales de las personas.

Este enfoque correlacional de Gall fue dando paso a la experimentación; la concepción de unas capacidades innatas, fijas, fue avanzando hacia una perspectiva más dinámica y evolucionista del desarrollo de nuestras capacidades mentales; se demostró que no existía una correlación entre el tamaño y las relaciones craneales y las cerebrales.

Pierre Flourens médico dedicado al estudio de las lesiones localizadas del cerebro. Sus estudios lo llevaron a desarrollar la Teoría Fisiológica de la Sensación. Sus hallazgos relativos a la capacidad de recuperación de una función determinada después de lesionar un área pudieron hacer pensar que no estábamos utilizando todos los recursos disponibles en nuestro cerebro.

Flourens demostró que mediante la eliminación de los hemisferios cerebrales, la percepción, la motricidad y el juicio eran abolidos, mientras que eliminando el cerebelo se afectaba el equilibrio y la coordinación motora, así como la destrucción del bulbo raquídeo provocaba la muerte.

Llegó a la conclusión de que si bien se podía hablar de que las funciones sensoriales tenían una localización concreta en estructuras subcorticales, las funciones mentales superiores no, (pensamiento, razonamiento, etc.) pues se encuentran repartidas por todo el cerebro; por lo tanto, consideró que el cerebro es un órgano unitario.

Nos aventuramos a afirmar que estos datos fueron malinterpretados por William James y dan lugar a que siglos después basándose en los estudios de Flourens, se llegara a la conclusión de que “no utilizamos todas nuestras capacidades mentales y físicas”.

Karl Lashley (1890-1958). Otra hipótesis, si reconocemos que las hipótesis no son excluyentes y que posiblemente el mito se alimenta de todas ellas, pudo ser la de una mala interpretación de sus trabajos.

Lashley se centró en el estudio del aprendizaje y la memoria. Utilizó ratas y primates. Enseñaba a los animales a realizar tareas concretas y después les infligía lesiones en el córtex; se dio cuenta que dependiendo de donde se aplicara la lesión las ratas podían reaprender tareas y en muchos casos no se apreciaban lesiones funcionales relevantes. Pero también se dio cuenta de que una lesión en un área pequeña muy concreta, podía

provocar múltiples daños.

Concluyó que el cerebro es un órganos “holístico” en cuanto a sus funciones cognitivas superiores relacionadas con el aprendizaje y la memoria.

Postuló que si ciertas partes del cerebro eran dañadas, otras podían adquirir su rol (equipotencialidad) y que el cerebro tiene la capacidad de reconfigurarse.

Esta idea hace referencia a lo que hoy conocemos como plasticidad cerebral.

La ciencia ha demostrado que por muy pequeña que sea la región lesionada siempre se ven otra de las cuestiones que han podido alimentar el mito, es que a finales del siglo XIX se descubrió que solo el 10% de las células del sistema nervioso eran neuronas, mientras que el otro 90% eran células gliales. funciones afectadas; en ocasiones estas funciones no son especialmente relevantes, lo que nos permitiría vivir sin mayores repercusiones, pero otras veces una pequeña lesión en un área determinada del cerebro puede tener repercusiones neurofuncionales y, por lo tanto, neurocognitivas muy graves, provocando severos trastornos a las personas que la padecen.

Los últimos hallazgos aportados por la Neurociencia han permitido demostrar que las células gliales tienen un papel muy relevante en la transmisión de la información interneural y son estrictamente necesarias para la supervivencia de las neuronas. Si tenemos en cuenta que la proporción de las células gliales respecto a las neuronas es de cincuenta a uno apróximadamente, podemos hacernos una idea del papel tan relevante que desempeñan en la transmisión de la información.

Este desconocimiento respecto al papel funcional de las neuroglias pudo hacer pensar que solo aprovechamos una pequeña parte de nuestro cerebro.

La tomografía por emisión de Positrones (PET) y la resonancia magnética funcional han aportado luz en cuanto a los niveles de activación cerebral y las regiones donde esa actividad se está produciendo; nos permiten monitorear la actividad cerebral in vivo.

Demuestran por ejemplo, que cuando se ha sufrido una lesión cerebral y esta provoca daños graves se observan áreas del cerebro inactivas. También se ha demostrado que incluso cuando dormimos todas las partes de nuestro cerebro presentan algún nivel de actividad, lo cual sería imposible si sólo utilizáramos el 10% de nuestro cerebro.

Actualmente, la Neurociencia ha demostrado que en la realización de tareas utilizamos el 100% de nuestro cerebro, lo que nos queda por delante es aprender con él.

Continuará…